FORMAL Carmelo Argáiz

FORMAL

 

Vídeos: Álvaro Sáinz / Fotografías: Gabriel Santolaya

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MUNDOS ANFIBIOS

Texto: Pablo Bernáldez

 

La quinta exposición organizada en EspacioArteVACA, que inaugura la tercera temporada del proyecto, busca seguir explorando las posibilidades plásticas, espaciales e interpretativas de los lugares vernáculos rurales como ámbito donde plantear propuestas artísticas contemporáneas. 

El artista participante en esta ocasión es Carmelo Argáiz quien —al igual que el grupo de artistas que le han precedido en Viniegra— consideramos que reúne las cualidades y los intereses necesarios para plantear una propuesta en VACA: unas capacidades expresivas amplias, vinculadas a la potencia de la materia, un interés por la naturaleza y el entorno como fuente de inspiración creativa y, finalmente, una atención a los procesos cuidadosos y a los materiales cercanos e inmediatamente disponibles.

La propuesta planteada por Carmelo Argáiz se extiende por primera vez a los tres espacios que, hasta la fecha, han servido como emplazamientos expositivos en Viniegra: la cuadra centenaria de una casona serrana, sus huertas colindantes y el lavadero municipal cercano.  En ellos presenta un conjunto escogido y diverso de obra, tanto en técnica como en estética o momento de creación, configurando un retrato amplio de aquello que le interesa como artista y excita su imaginación.

La elección de los emplazamientos y de las obras instaladas en VACA responde necesariamente a las propias posibilidades de cada uno de ellos. Del exterior al interior, el lavadero invita a la interacción pública, en un lugar que aúna protección e intercambio, dentro de una arquitectura rotunda y con el curso natural del agua como elemento sensorial añadido. Por su parte la huerta actúa como espacio de transición entre el ámbito público y el privado, donde la convivencia entre el entorno natural y la dinámica doméstica se establece en términos de labor y disfrute, al mismo tiempo. Finalmente la cuadra, espacio estrictamente privado y misterioso per se, que nos remite a tiempos y labores antiguas, de convivencia entre lo animal y lo humano.

Y resulta que, en esta utilización de los espacios expositivos y en la atención prestada a su carácter, es donde —probablemente— aparezca la principal línea interpretativa que puede darse a la propuesta artística de Carmelo Argáiz en VACA.

No siendo persona dada a explicar sus creaciones —o haciéndolo solo de forma sugerida— y dejando que la obra —y quien se acerca a ella— revele sus propias sorpresas, nos encontramos con una instalación poderosa en el lavadero, perturbadora y hermosa a la vez, elaborada con materiales recogidos por el propio artista en el vergel familiar que cultiva, revelando con ello su interés por lo más salvaje de la naturaleza y de sus procesos. El tránsito a la huerta nos presenta una obra igualmente rotunda, tallada en madera, donde de nuevo nos enfrenta a las formas azarosas de la naturaleza vegetal y a ciertos elementos identitarios del territorio, esta vez en una escala algo más abarcable. Por fin, la deambulación por la cuadra nos sumerge en un repertorio de formas humanas y animales reconocibles, creadas con delicadeza y sensualidad, donde la intimidad y la posibilidad de contemplación en un espacio privado y con múltiples recovecos estimulan la curiosidad e invitan —a veces, casi— al voyerismo cómplice con el artista.

La propuesta de Carmelo Argáiz nos va conduciendo así entre dos mundos. Uno, el que nos remite a nuestro entorno de superficie y se nutre de sus elementos, con obras ambientales y directas elaboradas con tenacidad y más en bruto. Otro, el que circula por aguas más profundas y actúa desde la mirada al ámbito privado, en un despliegue de obras creadas con precisión y delicadeza.

Una suerte, en fin, de pulsión anfibia, de búsqueda y disfrute entre dos hábitats aparentemente excluyentes pero interconectados desde la simbiosis de lo que no puede darse sin lo otro, donde coexisten la rotundidad más telúrica con la intimidad más humana, el golpe violento de la tronzadora con la meticulosidad del modelado concienzudo, desplegándose un repertorio visceral en favor de las formas que todo ello genera.

Invierno 2022 / Viniegra de Abajo / La Rioja

Carmelo Argáiz

Carmelo Argáiz (Alberite, La Rioja, 1965). Ha realizado exposiciones individuales y colectivas, casi siempre en el ámbito de Logroño (Sala Amós Salvador, Sala de Exposiciones de la ESDIR) y entornos rurales de La Rioja (Parque de Esculturas Tierras Altas Lomas de Oro, Arte en la tierra, Muestra de Arte Contemporáneo). Participante en el programa educativo “Aprendiendo a través del arte” del Museo Guggenheim de Bilbao. Creador y director del proyecto “Pizarras Bizarras” de la ESDIR e impulsor de la Galería LA LONJA 39/41, en Logroño. 
 
 “Las obras que he realizado parten del pensamiento y su expresión, la intuición, la imaginación, la observación, la memoria y, por supuesto, del contexto artístico contemporáneo y mis gustos por el arte de otras épocas".
 

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